El fin último de la creación

Con su primera novela, Tim Willocks nos regala una historia muy especial en El fin último de la creación, narrando un motín en una de las cárceles más had hoc para introducirnos al mundo de la maldad: Green River, algo así como el infierno en la tierra. El relato de la insurrección, es revelado a los lectores en una serie de escenas muy bien montadas por Willocks. El retrato del absurdo director del penal, John Campbell Hobbes (quizá algo leviatanesco), a cargo de un rincón putrefacto que, por corrupto, hiere la nariz con el olor insepulto y la hediondez del sufrimiento humano a su máxima expresión, con actos contra natura, aceptados sin tapujos como parte del mundo sexual fascistoide de un rincón olvidado del mundo, donde la sodomía es parte integral del infierno en la tierra. Lo rescatable, el cirujano Ray Klein, que anota sus días en prisión, es sinónimo de la cordura en un mundo de paroxismo que enferma, con una novela sicológica que hace de la primera novela de Willocks, una sofocante experiencia que nos mantiene el vilo hasta la última página.